El odio y sus antídotos – Serie “Meditar: 5 obstáculos para la práctica”

El odio o la mala voluntad es el primer obstáculo para la práctica de la meditación según el budismo. En este artículo, que forma parte de la serie “Meditar: 5 obstáculos para la práctica”, conocerás más a fondo esta emoción perturbadora y aprenderás algunos antídotos para gestionarla y transformarla, en el cojín de meditación y fuera de él.

el odio

El odio tiene muchas “caras” de diferentes intensidades: la mala voluntad, la rabia, la ira, el resentimiento, la aversión, la hostilidad, la frustración, la molestia o la irritación. Todas esas experiencias emocionales-mentales comparten la misma estructura que el odio y son básicamente odio. Cuando las personas sentimos odio somos propensas a aferrarnos al sentimiento. 

Cuando un odio se afinca adentro de nosotras es porque ya hemos invertido demasiados de nuestros recursos disponibles en fortalecerlo y nos obsesiona la idea de que desperdiciaremos esa inversión. Nadie odia porque se despierta una mañana y de repente piensa “Hoy voy a odiar a Fulanito”.

El odio es el producto de una acumulación de irritaciones de baja intensidad que se han mantenido durante un plazo largo. Terminamos odiando a alguien o a algo por aplicar una estrategia inadecuada de gestión de los sentimientos negativos menores vinculados con el odio que surgen en el día a día.

Esta emoción perturbadora se comporta como una bola de nieve que está rodando cuesta abajo por una pendiente empinada. Empieza su trayectoria siendo una bolita pequeña y mientras rueda acumula más y más nieve hasta que adquiere la fuerza devastadora de una avalancha.

Qué encontrarás en este artículo

El odio es un apego poderoso

Los personas tenemos la capacidad de producirnos estados emocionales constructivos (positivos) a nosotras mismas. Como contrapartida, tenemos la misma capacidad para crearnos estados perturbadores que generan vidas que son un auténtico calvario. 

Todas conocemos a personas que son como “bombas de tiempo”, van por la vida con el tic-tac del conteo regresivo hacia su autodestrucción o hacia la destrucción de todo lo que haya a su paso. Bien sea por falta de recursos de gestión emocional, ignorancia o inconsciencia, las personas nos dañamos las unas a las otras con demasiada frecuencia y la mayor parte del tiempo lo hacemos sin una intención clara de dañar.

Para poder transformar los estados perturbadores y responsabilizarnos de nuestro bienestar y del de los otros seres vivos hemos de darnos cuenta de que, aunque nos tocaron las circunstancias que nos tocaron, tenemos la posibilidad de decidir que sí queremos aprender nuevas herramientas y qué queremos mejorar nuestra manera de vivir y de convivir con los demás. 

Para decirlo con palabras más claras y directas: no es suficiente abstenernos de “hacer el mal”, hay que “hacer el bien” y esforzarnos para transformar nuestros aspectos “negativos”.

Si odias hacia afuera, odias hacia dentro

El sentimiento de odio suele estar dirigido hacia “objetos externos” como pueden ser las otras personas, pero más a menudo de lo que nos gustaría reconocer: al mismo tiempo se dirige hacia dentro. Del mismo modo en que vemos imperfecciones en los demás y no podemos soportarlo, así nos resentimos con los aspectos de nuestra personalidad que nos resultan desagradables.

No hay forma de elegir solo odiar hacia fuera o solo hacia dentro. Es importante recordar esto cuando estemos disgustadas con algún ser querido y nos vayamos a dormir sin resolver el conflicto. ¿Por qué es vital este recordatorio? Porque cada disgusto aparentemente inofensivo que no ha sido resuelto es una pequeña dosis de corrosivo odio. Hemos de cuidarnos de no fomentar el odio en ninguna de sus expresiones, ni las leves ni las medianas ni las intensas.

Las emociones y los sentimientos

Las emociones y los sentimientos suceden juntos en la experiencia humana, no se pueden separar. Tampoco se puede separar la emoción de la razón. No obstante, algunas diferenciaciones y descripciones que ha hecho la psicología occidental durante su historia pueden ayudarnos ahora a entender lo que (nos) sucede con el odio y con otras emociones perturbadoras. 

Podemos decir a grandes rasgos que un sentimiento es una emoción para la que hemos desarrollado una “lógica”, un andamiaje explicativo, justificativo y legitimador. Mientras que la emoción es inmediata, súbita e inconsciente, el sentimiento incluye todo lo anterior más una elaboración mental sobre la emoción sentida, que sí es consciente.

Tanto el sentimiento como las emociones tienen fundamentos que solemos llamar “irracionales”, sin embargo, el sentimiento involucra más pensamientos, explicaciones, creencias y formas de entender el mundo y las relaciones con una misma y con los demás. La emoción está más ligada a una sensación (sensorial), el sentimiento va más allá de la sensación e incluye la interpretación (mental).

La intelectualización de las emociones

Las personas están tan habituadas a intelectualizar sus emociones y sentimientos que continúan haciéndolo durante la práctica de la meditación. Razonar y reflexionar no es lo mismo que intelectualizar. 

La persona que intelectualiza se desconecta del malestar (amenaza) que siente y “se va a la cabeza” (huye), pero sin construir ningún argumento/narrativa de lo que le está pasando. Busca neutralizar los afectos y mantenerlos a distancia y utiliza su “escopeta” de pensamientos obsesivos y rumiativos para “defenderse”.

La práctica de la meditación es un “espacio/momento” seguro. No es para racionalizar y mucho menos para intelectualizar. Durante la práctica no nos interesa quién tiene la culpa de qué, quién dijo qué en el conflicto, por qué pasó o los detalles de lo que hizo la persona odiada. Al contrario, al meditar buscamos experimentar la esencia emocional del sentimiento de odio en vez de apartarnos de ella, y lo hacemos para darnos cuenta de cómo esta emoción daña nuestro propio bienestar.

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6 antídotos para el odio

Reconoce que albergas odio en tu interior

Recuerda que el odio viene en diferentes “envases”: la molestia, la irritación, la hostilidad, la frustración, el deseo de venganza, la mala voluntad, la rabia, la ira, el resentimiento o la aversión.

Reconocernos como una persona que odia y admitirlo no es una tarea sencilla, duele mucho. Es especialmente desolador para las personas que nos creemos “razonables” o “intelectuales” y que hemos construido rasgos identitarios monolíticos en torno a conductas y comportamientos enraizados en el odio (por ej. la persona “gruñona» de la familia, “la que lleva la contraria”, “la oveja negra”, “la rebelde”).

La honestidad y la autenticidad pueden servirnos de intenciones claras en las que enfocarnos para trabajar nuestros sentimiento de odio durante la práctica de la meditación. También el cultivo voluntario del deseo de cambiar el odio y transformarlo. No se trata de presionarnos para sentir sentimientos bonitos, sino de liberar la parte de nosotras mismas que se quedó en el conflicto con esa persona o con una situación concreta.

También es útil recordar que el odio tiene una fuerte carga emocional y de energía contenida que puede resultar beneficiosa durante la meditación si logramos identificar con claridad los aspectos del odio que nos hacen profundo daño. El miedo está íntimamente ligado al odio, así que es posible que surja también esta emoción en tu práctica de meditación.

El sentimiento del odio (o miedo) puede transformarse de negativo a positivo de un momento al otro y lo hace con la misma intensidad de la emoción inicial. Cuando sucede eso es como un subidón de paz indescriptible.

Disocia el sentimiento de odio del “objeto”

Para empezar a trabajar con el obstáculo del odio hemos de aprender a disociar el sentimiento de su “objeto” y tomar consciencia del daño que nos estamos haciendo a nosotras mismas con la cantidad de hormonas del estrés que nos genera cada momento de odio, cada disgusto, cada indignación. 

Recuerda que el objeto puede ser una persona o una situación o una circunstancia de tu vida y también puedes ser tú misma, tus defectos o tus virtudes. El objeto de nuestro odio irá cambiando muy fácilmente. Hoy odiamos a Fulanito, mañana a Sutanita, pasado mañana al Fondo Monetario Internacional y el siguiente día al pakistaní de la tienda de la esquina, que ni su nombre sabemos. 

El odio sigue un patrón predecible y si lo reflexionas es bastante absurdo y aburrido. El odio funciona así porque lo importante para reforzarlo no es el objeto, sino nuestra reacción al objeto. En realidad no importa a quién estamos dirigiendo nuestro odio o rabia, seguro alguien será el próximo o la próxima víctima/victimario. 

El odio siempre viene de adentro de nosotras, aunque las justificaciones que nos hagamos utilicen como “chivo expiatorio” al comportamiento de los demás. Si lo piensas bien te darás cuenta que la mayoría de las personas que has odiado andan por allí haciendo su vida a su manera mientras tú estas carcomiéndote por dentro. 

¿De verdad esa persona que odias tiene tu felicidad en sus manos y al está destruyendo?

Reflexiona sobre la somatización del odio

Las llamadas hormonas del estrés permanecen en el cuerpo entre 3 y 4 horas después de una situación en la que nos enojamos, nos sentimos amenazadas y armamos una discusión. 

No hace falta que te diga que estas causan problemas de digestión, estreñimiento/diarrea, colon irritable, insomnio. Sé consciente de lo dañino que es el odio para tu salud física, mental y emocional. El odio es incompatible con la plenitud, la alegría y la serenidad.

Practica la asertividad en tu manera de comunicarte

El enojo ha sido reprimido del registro emocional de las mujeres durante siglos debido a la primacía de la educación patriarcal. Por consiguiente, aún hoy, no se nos permite expresarlo socialmente, nos cuesta y solemos convertirlo en tristeza para dejarlo medio-salir. 

Pero la tristeza, como respuesta emocional ante una violación de nuestros límites personales, no nos permite velar por nuestra integridad ni por nuestras necesidades. La agresividad y la violencia reactiva tampoco.

La práctica de la asertividad, que es el camino para erigirnos como ciudadanas de pleno derecho, no está relacionada con el odio en ninguna de sus formas. Podemos aprender a ser firmes, íntegras y solidarias al mismo tiempo, sin replicar las barbaridades que ha hecho el Patriarcado y las personas que lo respaldan. 

¿Cómo podemos hablar con las demás personas para que ellas mismas deseen transformarse y se sumen al fomento de la cultura de paz, sin tratar de someterlas o hacerlas sentir culpables?

Necesitamos que las tareas de cuidados y de sostenimiento de la vida se coloquen al centro de la vida social, política, económica y comunitaria en todas las culturas y las sociedades del mundo y eso nunca lo lograremos apuntando a otra persona con una pistola. El odio destruye la confianza, la colaboración y el respeto.

Haz un pacto benigno contigo misma y con el mundo

Repítete esto: las personas fuertes no usan la violencia como estrategia.

Basta con decidir que no quieres ser la causa de sufrimiento para otras personas, tampoco para ti misma. No quiero contribuir con la violencia que ya hay en el mundo. El odio no es un sentimiento hábil ni inteligente, ni siquiera resuelve los conflictos, los pone peor. 

La mente que está plagada de odio se vuelve rígida, poco creativa y limitada. No quiero que los demás me tengan miedo. Hacer algo por miedo a las represalias no es colaborar, es miedo nomás. 

Cultiva las cualidades que sean opuesta al odio que son la paciencia, la ecuanimidad y la alegría empática (sentirte feliz por los logros ajenos). Si eso se te hace cuesta arriba, no pasa nada, puedes cultivar el deseo de no-odio, en vez de presionarte para sentir amor, bondad o las emociones llamadas “positivas” que ahora no sientes.

Recuerda tu intención antes de meditar

La meditación llamada Metta Bavatna proveniente del budismo y la meditación de la conciencia amable muy común en los cursos seculares de mindfulness son buenas opciones para trabajar las emociones perturbadoras vinculadas con el odio.

La meditación es una exploración que tiene un ritmo orgánico. Es una forma de autoconocerse. No hay apuro. 

Cada vez que vayas a meditar date unos minutos para cultivar el deseo profundo, genuino y expansivo de verte a ti misma como realmente eres.

Nadir Chacín
Nadir Chacín

Fundadora de mindfulnessparamujeres.com y activista por los derechos de las mujeres. Antropóloga con Máster en Antropología Biológica y especialización de posgrado en Estudios de Género, Diversidad Familiar y Tecnologías por la Universidad de Barcelona. Profesora de Mindfulness certificada por Respira Vida Breathworks en 2016. Organiza y dirige cursos, talleres, retiros y experiencias colectivas de Desarrollo Humano para la construcción de una ciudadanía consciente, ética y responsable desde 2010.

Las 3 recomendaciones de la semana

Cualquier persona en una situación complicada puede llegar a matar a otro ser humano. Lo que marca la diferencia no son las emociones o los sentimientos negativos que albergas dentro de ti, sino lo que decides hacer con ellos. Decía Sartre que la libertad es lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.

  • Libro «La naturaleza del odio» de Robert J. Stenberg.
  • Canción «Creep» de Radiohead habla del odio hacia una misma.
  • Película «El odio» de Mathieu Kassovitz.

Nos reunimos en línea cada martes a meditar juntas. Si te interesa participar inscríbete en nuestro meetup Mindfulness para mujeres.

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