No dañar es uno de los preceptos budistas principales. Quizás el más importante y el más difícil de seguir. Desde que comencé con mi práctica budista hace 6 años he reflexionado sobre lo que implica comprometerse a no dañar. Este artículo trata sobre qué es la enajenación y si es posible abstenernos de dañar a otros seres, incluyéndonos a nosotras mismas.
no dañar
EFE, Libertad Digital.

¿Qué es dañar? Ese sería el punto de partida. He buscado la palabra en el DRAE y me ha salido esto.

La primera acepción de la palabra mezcla aspectos físicos, mentales y emocionales. Parece que el daño es algo que causamos con intención.

Cuando los budistas hablamos de no dañar nos referimos a no hacerlo deliberadamente a cualquier tipo de ser vivo y sintiente. Por lo tanto, la cualidad de una acción (si es hábil o torpe) depende de la intención de quien la haga y del estado de consciencia que tiene cuando la hace. Y cuando decimos acciones o actos no sólo son comportamientos, sino también pensamientos, emociones, sentimientos, la manera de comunicarnos con los demás, etc.

“Lo hice sin mala intención.”

La enajenación es cuando un ser humano está fuera de sí porque se ha entorpecido o turbado su uso de la razón (capacidad reflexiva) y de los sentidos. Pienso que toda enajenación es una enajenación mental-emocional-corporal simultáneamente.

Los budistas sostenemos la idea de que la mente es un sentido más como la vista, el olfato o el tacto. De ese modo, la mente humana tiene las mismas limitaciones que las de los otros sentidos. Por eso meditar es entrenar el sentido de la mente. Es modificar de forma creativa, hábil e inteligente la tendencia dominante de nuestra forma de percibir las cosas.

Si una persona se encuentra enajenada de sus propias emociones reactivas (rabia, ira, tristeza, frustración, enfado, etc) actuará siempre guiada por esas emociones y no notará la intención ni las consecuencias de sus acciones. La intención pasa a segundo plano, porque la enajenación es tan fuerte, abarcativa y arrolladora, que la persona es esclava de su reactividad.

La reactividad.

Comportarse de forma reactiva implica reaccionar a los estímulos externos e internos de manera automática, condicionados por nuestra historia personal. Lo opuesto a reaccionar es responder.

Al responder a un estímulo, nos tomamos un lapso de tiempo (muy consciente) entre el estímulo y la respuesta. Ese ese tiempo podemos decidir qué queremos hacer con nuestros pensamientos, emociones y sensaciones físicas. Cuando la reactividad está encendida sólo “saltamos” como “animal herido” ante la más mínima amenaza a nuestra identidad o historia personal. En el habla coloquial le decimos impulsividad.

Entonces, ¿cómo podemos asegurar que hubo “mala” intención” en el comportamiento de una persona? ¿Acaso un ser humano enajenado sabe lo que está haciendo? Yo creo que no. Esa persona no es libre, está condicionada por su propia enajenación.

La intención requiere una decisión tomada en libertad. Y una persona enajenada no es libre precisamente porque está enajenada. Esto explica por qué el sentimiento de culpa no hace que las personas se comporten de una manera más amable, al contrario viven aterrorizadas.

Eric Fromm dice que la enajenación es un modo de experiencia en la que la persona se siente a sí mismo como un extraño. No siente que es el centro de su mundo ni que crea sus propios actos. La persona enajenada cree que sus actos y las consecuencias de sus actos son sus amos y, a menudo, es posible que hasta los admire con devoción.

“Soy diferente a los demás.”

Creo que la enajenación está vinculada con la identidad y con cómo esta se construye. La identidad es lo que nos permite saber que somos “nosotros” y que los demás son “los otros”. Mas ¿cuando digo “los otros” a quiénes me refiero?

Los otros son los que no soy yo. Y también son aquellos que no pertenecen al grupo o a los grupos con los que me identifico. Los otros no son unos otros cualquiera, son esos otros. La identidad es un conocimiento relacional. Para que yo exista me defino como quien no es esos otros.

Entonces tratarse a uno mismo como un extraño es producto de una confusión radical (de raíz), de una distorsión de la realidad, de un auto-engaño. Me veo a mí como un ser que no me pertenece. Es una suerte de disociación. En estos términos, una persona enajenada no sería muy diferente a alguien psicótico.

¿Eso implica que vivimos entre “psicóticos” y nosotros también lo somos? Pues si no es así “se parece igualito” [chiste local venezolano].

Eckhart Tolle se refiere al ego como una identificación con el yo falso. Mezclándolo con lo que dice Fromm resulta que podemos estar auto-alienados. En otras palabras, hacerle caso al ego es ser su esclavo. Es creer ciegamente (nunca mejor dicho) en sus proyecciones espurias.

El Buda, un ser humano que se liberó del sufrimiento gracias a prácticas contemplativas como la meditación, hablaba del “velo” que tapa a la realidad. Ese velo es la capa de interpretación, ese filtro, que no nos permite ver las cosas con exactitud (Visión Clara).

Si me relaciono conmigo como si fuera un extraño es evidente que no estoy viendo las cosas tal cual son.

“Como pez en el agua.”

La enajenación es una experiencia de identificación o dependencia obsesiva de “algo” externo (un otro o lo otro) o interno (mí misma/o). Si vivo como un ser enajenado, ajeno a mí, entonces soy una bomba de tiempo para mí y para los otros. ¿Por qué? Porque no estoy siendo consciente de la forma en que me daño y daño los demás. ¿Cómo podríamos evitar algo que ni siquiera notamos?

Una persona enajenada es como un pez que está nadando mientras se le pregunta ¿qué se siente vivir en el mar? Ese pez tiene la vida entera bajo el agua y en el mar. No conoce otra forma de vivir ni sabe que existe. ¿Crees que el pez podría responder la pregunta?

Lo peligroso de la enajenación (llamada también alienación, del latín “alien”) es la inconsciencia con la que la vivimos. Algunos psicólogos y psicoanalistas afirman que una persona tiene responsabilidad sobre sus actos aunque la causa de los mismos sea inconsciente. Yo no lo tengo tan claro.

¿No te inquieta tener motivaciones que desconoces? A mí sí. Eso me impulsa a indagar más en mí misma, a profundizar en el autoconocimiento. Los seres humanos cambiamos constantemente queramos o no y es nuestra responsabilidad dirigir esos cambios hacia una modalidad de vida y convivencia más amables, éticas y colaborativas.

Vivir con atención plena.

Mindfulness se ha puesto de moda últimamente. Pero mindfulness es una práctica, no es un iPhone. Si no practicamos lo aprendido nunca se refinará nuestro estado de consciencia por más que leamos libros sobre mindfulness y hagamos cursos.

El maestro budista Sangharákshita dijo que si de algo se trata el budismo es de seguir un camino que nos conduce de ser sólo animales a ser seres humanos. Esto me recuerda lo que dice Carl Jung sobre la individuación: volvernos personas individuales, dejar de ser seguidores de masas, tendencias y mandatos sociales. Seguro estarás pensando en los rebaños y en los borregos. Y sí, así somos la mayor parte el tiempo. Simples borregos.

Una persona enajenada no puede comportarse diferente a los perros, los pájaros u otros animales. Es dependiente de sus necesidades a tal punto que no es capaz de tomar decisiones conscientes, que rompan con sus determinaciones genéticas y biológicas.

El ser humano es el único animal que puede hacer semejante labor. Pero esta capacidad no nos viene dada de fábrica, hay que aprenderla, cultivarla y mantenerla.

La práctica de la meditación y el cultivo de mindfulness nos ayudan a convertirnos en seres humanos. Son prácticas “humanizantes» en el sentido más amplio de la palabra. Porque si algo pueden hacer por ti es volverte una persona más humana.

Nadir ChacínNadir Chacín

Fundadora de mindfulnessparamujeres.com, Antropóloga con Maestría y estudios de Doctorado en Antropología y con Especialización de Postgrado en Género, Diversidad Familiar y Tecnologías (Universidad de Barcelona, 2017), Profesora certificada de Mindfulness Respira Vida Breathworks, Maestra (Shihan) en Gendai Reiki Ho, Escritora y Conferencista motivacional, Practicante budista dentro del Movimiento Triratna desde 2012, Bloguera en temas de crecimiento personal desde 2007 en nadirchacin.com, Organizadora de los meetups «Barcelona Mindfulness para Mujeres Meetup», «La red de lavanderas» y «Practicando Mindfulness en Barcelona», Autora del libro “Senderos de paz. Deja de sobrevivir y dirige tus pasos hacia el amor y la felicidad” sobre Budismo Zen y Física Cuántica publicado por Santillana México.

En este podcast hablo sobre: ¿Qué es Mindfulness o la Atención plena? ¿A qué podemos prestarle Atención plena y por qué es importante hacerlo? ¿Qué significa que «algo» sea político? ¿Por qué Mindfulness es político? Una exploración sobre Mindfulness y el ejercicio político de estar presentes y en conexión consciente con nuestros pensamientos, emociones y sensaciones corporales.

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