Las emociones negativas no son «el enemigo», son parte de lo que somos como seres humanos. En este artículo encontrarás las estrategias que usamos la mayoría de las personas para gestionar las emociones perturbadoras y conocerás 4 estrategias que proponen las enseñanzas budistas para ayudarnos a alcanzar la libertad emocional.

emociones negativas

Desde que nacemos somos seres emocionales. A veces tenemos la idea errónea de que las emociones son peligrosas porque algunas nos resultan incómodas. Sin embargo, el mundo emocional de los seres humanos no es descontrolado ni irracional. Tiene su propia lógica.

La cultura y la socialización del mundo occidental, desde hace muchos siglos, nos refuerza la creencia de que existe el mundo intelectual/mental/racional y el mundo emocional como cosas separadas. Esta división es artificial y en la confusión que produce radica la fuente de sufrimiento más común en nuestras vidas.

Pensamos que somos seres racionales y que las emociones, especialmente las llamadas «negativas», son como «avalanchas» que no queremos ni explorar, ni ver qué son ni por qué se han producido. Las emociones son parte de lo que somos, tanto como nuestro sudor o nuestras ideas sobre la vida y el convivir.

Quizás te interese escuchar esta entrevista que me hicieron en la radio: ¿Somos seres racionales o emocionales?

Las estrategias más utilizadas

En el mundo occidental tenemos un repertorio nada útil para gestionar las emociones. Solemos o expresarlas sin control alguno sobre ellas o no expresarlas. En la primera estrategia cuando surge la emoción perturbadora nos apegamos desesperadamente a algo o alguien o nos enojamos.

Si nos aferramos (apego vehemente) a algo o a alguien sentimos que la situación o esa persona es la causa de nuestro desequilibrio emocional y también la cura. Nos repetimos en nuestra cabeza: «Tengo que tener esto ya», Fulanito/a «no debería tratarme así», «Quiero sentirme bien», «Si tan solo tuviera ____________ (un deseo tuyo) entonces podría estar tranquila».

El apego vehemente nos arrasta, sin que podamos mediar ni dialogar con la emoción predominante en un momento dado, a realizar acciones poco hábiles que nos generan más sufrimiento a nosotras mismas y a los demás.

La presencia del enojo es muy clara en nuestras vidas. Solemos reaccionar de manera impulsiva y de forma violenta ante una situación o una persona o hacia nosotras mismas con mucha frecuencia. El enojo surge porque lo que imaginamos que debería estar sucediendo no es lo que está sucediendo y eso nos frustra.

En la segunda estrategia reprimimos o bloqueamos la emoción perturbadora. A veces por motivos menos saludables aun como que las demás personas piensen que somos bondadosas, equilibradas o súper racionales. Así nos quedamos calladas, «aguantando», conteniendo la emoción.

En la tercera estrategia intentamos «cambiar de canal», distraernos. Ver series en Netflix hasta que se nos pase lo que sentimos. (Risas.) Nos decimos «hala, piensa en otra cosa y se te quitara esta emoción horrible.» Huimos de las emociones incluso sabiendo que viven dentro de nosotras y que no se puede huir de algo que ya Es y que además forma parte de lo que Somos.

Las emociones en el mundo oriental

En las culturas de Oriente, las emociones perturbadoras han sido vistas durante siglos como oportunidades para explorar lo que somos como seres humanos, para conocernos mejor, para unir más que para separar.

El mundo emocional no es un «territorio» plagado de «monstruos».

Los seres humanos tenemos la capacidad de cultivar estados emocionales más saludables (cualidades), de colaborar los unos con los otros, de apoyarnos y hacer «el bien».

Ya debes haber notado que el afecto puede surgir espontáneamente en ti y que la mayoría de las personas tienen impulsos altruistas (gente desconocida que te ayuda en la calle cuando tienes un problema) y no tanto impulsos negativos como solemos decir. Los seres humanos somos mucho más que las emociones negativas o perturbadoras que sentimos.

Las emociones perturbadoras nos llevan a pensar que existe un yo y unos otros que no son yo. Las emociones hábiles y saludables tiran las barreras que nos hacen sentir solas y aisladas y nos conectan con los demás. Cuando alguna emoción perturbadora está presente en nuestra experiencia hay una lucha entre yo y el otro, entre yo y lo Otro (por ej. una situación).

Las emociones hábiles o positivas reflejan nuestra conexión con los demás seres y son realistas. Si exploras esta premisa por ti misma verás que todo el tiempo eres tú con el otro. Yo soy CON el otro. Somos seres relacionales. Estamos y somos en interdependencia, hasta cuando estamos físicamente solas. Las emociones perturbadoras reflejan una desconexión que en verdad no existe por eso decimos en el Budismo que no son realistas.

Como dijo su Santidad Karmapa Gyalwa una vez: «El mundo puede perfectamente sobrevivir sin odio, pero no sin afecto o sin cuidarnos los unos a los otros.» El afecto es anterior al odio.

Estrategias budistas para trabajar con las emociones negativas o perturbadoras

1. Medita diariamente

Aprovechamos las diferentes técnicas de meditación para aprender el arte de «observar» las emociones sin dejarnos «arrastrar» por ellas hacia comportamientos que nos dañan a nosotras mismas y a los demás.

Observar, no absorber.

Practicamos para entrenarnos, como quien va al gimnasio para mantener en forma su cuerpo, así nos entrenamos para mantener nuestra salud emocional y mental.

La monja budista Ven. Damcho explica cómo trabajar con las emociones perturbadoras a través de la meditación:

2. Reflexiona, cuestiona, practica mindfulness hacia las emociones

Con la mayor inteligencia y sabiduría que se pueda ahora, reflexionamos sobre las interpretaciones, los pensamientos y las ideas que están conectados con nuestras emociones.

Revisamos «las historias» (ficciones) que nos contamos a nosotras mismas mentalmente, intentamos dilucidar cuáles son los disparadores que han propiciado el surgimiento de cada emoción.

Dirigimos la atención plena (mindfulness) hacia adentro de nosotras (introspección), hacia nuestras emociones, nuestros pensamientos y sensaciones físicas, para tratar de entender cómo funcionan nuestra mente y nuestras emociones.

3. Cultiva la emoción opuesta (antídoto)

Hacemos prácticas como la meditación «Metta bhavana» (Meditación para cultivar estados emocionales más hábiles, positivos y creativos, también se le llama «Conciencia Amable») para cultivar las emociones opuestas a las emociones perturbadoras.

A través de estas prácticas contemplativas vamos adquiriendo fortaleza emocional. En palabras de la monja budista Ven. Damcho: «Poblamos nuestro espacio interior emocional con afecto positivo, no neurótico.»

De esta manera ampliamos el repertorio de nuestras emociones para que frente a distintas experiencias de vida no tengamos que recurrir a las emociones perturbadoras o no nos quedemos atascadas en ellas cuando surgen. Con la práctica, las emociones perturbadoras surgen cada vez menos en nuestras experiencias.

Puedes hacer esta meditación siguiendo las indicaciones del vídeo:

4. «Ve» la raíz del problema

Aplicamos la filosofía budista y el Dharma (las enseñanzas del Buda) a nuestras experiencias. Contrastamos de una manera práctica (no teórica) nuestra experiencia (emociones, pensamientos y sensaciones físicas) en un momento dado con aquello que las enseñazas budistas dicen sobre la forma más provechosa de estar/ser en este mundo. ¿Coincide? ¿No coincide?

Intentamos ir a la raíz (el origen) de la insatisfacción que sentimos. Procuramos acercanos a la verdadera realidad de «las cosas» para no quedarnos «enganchadas» en lo que alguna de las emociones negativas o perturbadoras nos hace percibir sobre una situación, una persona o sobre nosotras mismas.

De esta manera, cuestionamos la idea de que nuestras emociones dependen de lo que hagan o no hagan otras personas. Nos hacemos preguntas acerca de la sensación de «estoy sola en el mundo» o «este es un mundo peligroso lleno de personas que pueden hacerme daño». ¿Es esa idea cierta? ¿Qué tan cierta es? ¿Tengo la certeza de que «estoy sola en el mundo»?

Todas estas estrategias nos ayudan a cuestionar la creencia de que el mundo emocional «es un lugar peligroso» al que es mejor no entrar. No metas las emociones perturbadoras «debajo de la alfombra» porque están vivas y más temprano que tarde comenzarán a «apestar».

La calidad de nuestra vida entera depende de la forma en que gestionamos nuestras emociones. Así de importante es.

Este artículo se basa en algunas enseñanzas recogidas en la serie «Las emociones según el Buda» de la monja budista Ven. Damcho de la Comunidad budista Dharmadatta. El canal de YouTube se llama faceBuda.


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