La diversidad sexual es la menos tolerada de las diversidades. No obstante, expresar nuestras sexualidades e identidades de género sin miedo a represalias es un derecho humano. Este artículo trata sobre la ética en las relaciones eróticas y sexuales y el ejercicio de nuestro derecho a ser diferentes.
diversidad sexual

Hace unos días estaba en una cafetería con una conocida cuando de repente me pregunta sin anestesia ¿alguna vez te ha gustado una chica? Yo le respondí: “Cuando me gusta alguien, me gusta la persona, no su sexo ni su género”. Ella se quedó conforme con mi respuesta, nos sonreímos con complicidad y seguimos conversando.

Sé que no todo el mundo recibe con naturalidad este tipo de preguntas-dudas sobre si son mujeres lesbianas, bisexuales o heterosexuales. La pregunta incómoda sobre la orientación sexual.

El rechazo que algunas personas sienten hacia este tema tiene justificaciones fundamentadas. A la sociedad como conjunto no le agrada lo diferente.

Al contrario, la mayoría de las instituciones (Escuela, Religión, Familia, etc) que hemos creado tienen como premisa normalizar a las personas, es decir, volverlas cada vez más iguales. En fondo y forma la normalización es propiamente un sistema de control social.

Amar las preguntas

A mí me interesan más las preguntas sobre la identidad que las respuestas.

Solemos hacernos preguntas del tipo ¿cómo saber si soy lesbiana?, ¿heteroflexible?, ¿heterosexual? o ¿asexual? Yo (me) planteo una pregunta vital tal vez anterior a esas: ¿cómo me siento con lo estoy siendo ahora?

Me agrada la complejidad humana.

Sin complejidad los seres humanos nos volveríamos más planos que un mapa. Y a mí, quizás porque soy antropóloga, me gustan los viajes de exploración del Ser, esos que a veces ni ruta tienen. Por eso siempre te invitaré a hacer tu propio viaje a tu manera.

Siempre he sentido un respeto visceral por la diversidad. Ese hecho inamovible, legítimo y valioso de que los humanos (con)vivimos de formas diferentes y, por ende, tenemos necesidades diferentes. Todas válidas mientras no nos hagamos daño a nosotros mismos ni a los demás.

El mundo es un lugar más habitable si las personas logramos vivir con más libertad y nos respetamos los unos a los otros. Ese ha de ser nuestro Norte como especie. Al menos, ese es el mío.

Mas ¿cómo vivir la diversidad sexual con libertad en un mundo de prejuicios morales? ¿Cómo podemos ejercer nuestra sexualidad éticamente?

¿Qué es la diversidad sexual?

El término diversidad sexual engloba la diversidad de sexos, de identidades de género y de orientaciones sexuales. Cuando hablamos de diversidad sexual estamos hablando de aceptación de la pluralidad.

Las distintas formas en las que vivimos nuestras sexualidades es de todas las diversidades la que más sufrimiento produce a las personas. Sin embargo, son los cimientos del buen (con)vivir.

Ninguna persona puede sentirse bien si la expresión de su sexualidad y de su identidad de género es señalada socialmente como algo “malo” que merece un castigo. Si una persona tiene una orientación sexual diferente a la nuestra esa es su manera válida de ejercer su sexualidad y por tanto merece nuestro respeto. No un castigo.

La sexualidad empieza con el nacimiento, el erotismo también. La educación sexual que recibimos en las escuelas dista mucho de lo que necesitamos.

Nuestros hijos/hijas están educándose viendo pornografía (te guste o no te guste).

Recibo muchas preguntas de adolescentes y jóvenes por las redes sociales relacionadas con la sexualidad. Percibo que hay una enorme confusión sobre qué es y cómo ejercerla desde el consentimiento mutuo y el respeto, por lo tanto, hay mucho miedo a lo diferente y a ser diferente. Miedo a la diversidad sexual.

El contexto donde se despliega la diversidad sexual

Aún en pleno siglo XXI educamos en la represión de las necesidades básicas humanas: el afecto, la aceptación y la pertenencia. Todas ellas están vinculadas con el cuerpo y con la propia sexualidad. ¿Por qué?

Porque no hay deseo sin sujetos de deseo y sin cuerpos de deseo. Somos nuestro cuerpo.

No tenemos un cuerpo como algo separado de lo que somos.

El cuerpo es identidad y ha de ser tratado como sujeto. Desear forma parte de lo que somos también.

Cuando el cuerpo se convierte en objeto de deseo -del propio y del de los demás- y no hay consciencia de ello ni toma de responsabilidad surgen los malestares individuales y sociales.

Somos dañadas/dañados y dañamos.

Así hemos creado escenarios que justifican la cosificación de las personas y las relaciones sin equidad. Dichas relaciones se dan entre “yo” y “eso” (la persona/cuerpo cosificado) en vez de ser relaciones igualitarias y éticas entre “yo” y “tú”.

En ese contexto de inequidades las mujeres lesbianas, las bisexuales y las transgénero están expuestas a más factores sociales de control (y dominación por parte de la visión hegemónica del mundo) que las mujeres heterosexuales (CIS).

Con la dominación de unos seres humanos sobre otros aparece lamentablemente el sufrimiento en todas sus manifestaciones. Aparecen la lucha, el abuso del poder y la desconexión emocional.

Esa dominación también se ejerce sobre otros seres sintientes como los animales y en conjunto al planeta Tierra. ¿Por qué? Porque todas las dominaciones están intimamente relacionadas.

La diversidad sexual no es un asunto moral

Hace unos días leí en Tinder una categoría inentendible para mí: “Mujer femenina”. ¿Hay alguna mujer que no sea femenina? Todas las mujeres son femeninas porque son mujeres. Aplica también a las mujeres transexuales. ¿Quién soy yo para decirle a una mujer que “no es femenina”? ¿En base a qué asevero eso?

Esta es la pregunta que más invita a la reflexión. Tiene que ver con la ética y con la práctica de mindfulness o la atención plena. ¿Qué tan consciente eres de los pensamientos, las emociones y las sensaciones corporales que están vinculados con la sexualidad y el erotismo?

Los diferentes comportamientos sexuales han de clasificarse según si generan o no sufrimiento (malestar/daño) a las personas. A todas las personas independientemente de su cultura. Es allí donde juega un rol importante la ética, que no la moral.

La pregunta fundamental de la ética es: cómo vale la pena vivir. Y busca la construcción de respuestas universales que puedan aplicarse a todos los seres humanos sin distinciones.

En el sentido ético, los comportamientos homosexuales no son más “problemáticos” que los heterosexuales. Ambos tienen exactamente la misma probabilidad de causar daño cuando se hacen de manera inconsciente.

Por esta razón la aceptación de la diversidad sexual, la propia y la ajena, es un asunto ético, no moral.

Con la percepción social de la pederastia (práctica sexual con niños), por poner un ejemplo mega evidente, se aprecia la diferencia entre moral y ética. El tipo de ética basada en «la pederastia no está bien» es prácticamente universal en el mundo de hoy. Por lo mismo, los movimientos públicos de pedófilos organizados son impopulares y mal vistos.

Imagínate si lográramos una ética así de universal, clara y sin dudas para el respeto a la diversidad sexual. «La diversidad sexual es buenísima para la humanidad». Yo espero ver con mis propios ojos ese día.

¿Cómo es una sexualidad consciente?

Los budistas laicos seguimos un precepto que reza “evitar la mala conducta sexual”. Al principio de mi vida como budista y siendo una feminista sex-positive (pro sexo) solía darme repelús ese precepto hasta que entendí su dimensión ética.

Una “mala conducta sexual” en términos budistas no es una conducta sexual amoral, porque así lo decidió “alguien” más. Léase un ser supremo, un texto sagrado o los miembros de una religión. Una “mala conducta sexual” es una conducta torpe que hace daño.

La cualidad de hábil o torpe de un acto deriva de sus consecuencias. Si esos actos en sí mismos hacen daño a quien los ejecuta o a otras personas son actos torpes. No porque lo dice una regla moral en un contexto específico, sino porque no son éticos en ningún contexto.

No hay conductas sexuales “malas”.

Hay conductas torpes, conductas “automatizadas”, inconscientes, interesadas, que se realizan sin atención plena y sin responsabilidad sobre sus consecuencias.

Hay conductas sexuales no éticas que buscan el sometimiento de otra persona en contra de su voluntad. Y no hablo sólo de la violación y del abuso sexual. Hablo de tratar a los cuerpos de las otras personas como propiedades, como objetos.

Me refiero además a tratar el propio cuerpo como objeto comparándolo cruelmente con los cuerpos de los demás. También estoy señalando las veces en que por tener una orientación sexual diferente a la de la mayoría te tratas mal a ti misma o a otras personas.

Ofrécete respeto en tu condición particular, válida y legítima y entonces lograrás respetar a los demás. El respeto es hijo del auto-respeto.

Tres formas de vivir la diversidad sexual

1) Hazte preguntas reveladoras sobre tus comportamientos.

Quizás no sea tan importante qué orientación sexual tienes. ¿O sí? Tal vez lo fundamental sea evaluar si te sientes bien con lo que estás siendo ahora como ser humano. ¿Hay amabilidad y respeto en tu forma de vivir la vida en general, la sexualidad y el erotismo?

La libertad es una decisión que tiene sus consecuencias. A la gente suelen no gustarles las personas libres. Hemos aprendido masivamente que son una amenaza. Entonces hay que desmontar las creencias impuestas que repetimos como discos rallados en nuestras cabezas.

¿Te tratas como si fueras una amenaza para ti misma? Obsérvate con naturalidad. Respira. Tal vez encuentres más preguntas interesantes si observas de manera deliberada tus comportamientos.

2) Explora tu sexualidad.

Conoce tu cuerpo-sujeto. Juega. Mastúrbate. Cuídalo. Dale placer. Sola o acompañada. Dile “Sí” al sexo seguro, vigila las enfermedades de contacto sexual y los embarazos no deseados. Y dile “No” a la represión sexual y a negarte tu derecho a explorar tu sexualidad como tú quieras. Hazlo en el respeto hacia tu cuerpo y hacia el de las demás personas. Intenta no cosificarte ni cosificar.

3) Respeta tu diversidad sexual.

Empieza por explorar tus otras diversidades primero, esas que se salen de las normas socialmente aceptadas, pero que no tienen que ver con la sexualidad. Tal vez hacerlo así, sin apuro y lentamente, te sea útil y más leve.
Quizás, por ejemplo, eres neurodivergente. Tal vez disléxica. O tienes sobrepeso. Empieza por saberte diferente en muchas otras cosas de la vida y luego explora esa diferencia en términos de la sexualidad y el erotismo.
Observa qué (te) pasa internamente y externamente en la exploración de esas diferencias.

Somos sujetos de necesidades

La sexualidad y el erotismo son dos aspectos de tu condición humana.

La exploración de tu mundo interior te permitirá conocer mejor tus necesidades humanas, todas ellas no sólo las sexuales y eróticas. Explorar tus necesidades es el único modo en el que podrás satisfacer algunas por ti misma.

Y, en el caso de que sean necesidades relacionales como la conexión y la intimidad, podrás explicar mejor a las demás personas lo que te hace sentir querida, aceptada e incluida en sus vidas.

Aquello que te hace sentir en intimidad con un otro o una otra.

Te lo prometo.

Una vez que empiezas a filtrar un área de tu vida a través del tamiz de la ética querrás seguir con las demás áreas.

Las personas que te rodean te preguntarán ¿qué estás haciendo? Querrán saber porque estás taaaan tranquila. Y podrás explicarles y difundir el buentrato como proyecto de vida.

Así, teniendo como Norte la ética aplicada a las relaciones amorosas y sexuales, mejoramos colectivamente la calidad del vivir y del convivir humano.

Recuerda que es imposible decirle a alguien “tu lado del bote se está hundiendo”. Lo mismo pasa con la visión puritana de la diversidad sexual.

Reflexionemos. Sincerémonos.
Si “hundimos” a quienes viven la sexualidad de una forma diferente a la nuestra nos “hundiremos” todas las personas.

Te invito también a cuidar de ti misma a través de la práctica cotidiana del mindfulness. Si no sabes bien cómo hacerlo te ofrecemos las sesiones de Acompañamiento individual online de Mindfulness para Mujeres. Si vives en Barcelona puedes asistir a nuestros meetups locales.

Ahora te toca a ti.

¿Qué opinas sobre la diversidad sexual? ¿Cuál es tu ética en las relaciones sexuales y amorosas?  ¿Qué has aprendido sobre sexualidad y erotismo que puedas compartir con las mujeres que leen este blog? Déjanos un comentario. Y si te gustó este post por favor compártelo con tus amigas en las redes sociales.

Nadir ChacínNadir Chacín

Fundadora de mindfulnessparamujeres.com, Antropóloga con Maestría y estudios de Doctorado en Antropología y con Especialización de Postgrado en Género, Diversidad Familiar y Tecnologías (Universidad de Barcelona, 2017), Profesora certificada de Mindfulness Respira Vida Breathworks, Maestra (Shihan) en Gendai Reiki Ho, Escritora y Conferencista motivacional, Practicante budista dentro del Movimiento Triratna desde 2012, Bloguera en temas de crecimiento personal desde 2007 en nadirchacin.com, Organizadora de los meetups «Barcelona Mindfulness para Mujeres Meetup», «La red de lavanderas» y «Practicando Mindfulness en Barcelona», Autora del libro “Senderos de paz. Deja de sobrevivir y dirige tus pasos hacia el amor y la felicidad” sobre Budismo Zen y Física Cuántica publicado por Santillana México.

La ética consiste en inventar normas y valores que todavía no conocemos y que todavía no sabemos, porque, como todas las cosas humanas, tiene que ser producto de la razón creativa. ~ Victoria Camps

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